sábado, 25 de abril de 2015

La educación de nuestros hijos

La educación de los padres a mediado del siglo pasado era temeraria, radical y abrupta. Era una educación arcaica, sustentada en infundir el temor y el miedo a los hijos. Por consecuencia, este modelo educativo acentuaba el distanciamiento en la relación padre-hijo
En cambio, reconozco que no era la mejor educación que podrían obtener los hijos, pero en verdad había que reconocer el hecho que los hijos eran bien educados. En aquel entonces los hijos eran disciplinados, obedientes, respetuosos y poco agresivos.
En este aspecto, es preciso recordar que con los resultados de esa educación surgió una generación de hombres y mujeres formada en valores morales, con una integridad absoluta.
Sin embargo, en aquellos tiempos los padres no vacilaban en agarrar una correa o una rama de un árbol para restregársela en la espalda del hijo desobediente y malcriado.
Hoy en día el deseo de los padres es pretender que sus hijos vivan en un paraíso  terrenal, rodeado de confort y abundancia, con un nivel de vida superior a la que ellos lograron. Pero, ¿realmente nuestros hijos merecen este estilo de vida?
A mi juicio, estoy absolutamente de acuerdo que a los niños se les motive, pero con una estimulación que vaya en consonancia con la disciplina y la obediencia que exhiba en su comportamiento. También que se les premie en conformidad con el desempeño y los resultados que arroje en los estudios. Pero nunca que se le retribuya de un modo antojadizo.
En estos tiempos es algo habitual que los padres premien al niño de manera caprichosa, quizás sin saber el daño que podrían causarles en su desarrollo mental.
Ahora los padres se empecinan en comprarles  a sus hijos aparatos tecnológicos, pero los jóvenes de ahora, por lo regular, no utilizan al máximo las herramientas que ofrece la tecnología moderna, sino que  derrochan el tiempo en asuntos insustanciales como en los videos juegos y chateo con sus amiguitos.
Los hijos modernos piensan que merecen todo, porque en realidad los padres no les enseñan el valor de las cosas.
Una característica de los padres modernos, que difiere con la crianza de antaño, es que consienten demasiado y casi nunca disienten sobre el comportamiento de sus hijos. Para ellos casi todo está correcto con la crianza, nada se sale de lo normal. Son tolerantes y apoyadores empedernidos. Por lo general, son padres sobre-protectores.
Si hoy en día tenemos niño mal educado y mal criado, la culpa es de los progenitores, de nadie más. Si el niño llega a la edad adulta y sale delincuente, los padres son los responsables. Porque la forma más perniciosa de criar a un hijo es consintiéndolo.
Si nuestros hijos crecen en un ambiente de violencia, es porque en los hogares los padres exhibieron un ambiente violento. Si en la adultez ellos son irrespetuosos, es porque en el hogar vivieron inmersos en una atmósfera de irreverencia.
Los padres modernos tienen la falsa creencia que las escuelas y las universidades son las que deben educar a sus hijos.  Por lo regular, las escuelas y universidades solo aportan conocimientos. La auténtica educación sobre urbanidad, prudencia y desarrollo humano se adquiere en el hogar.
Entonces ¿quiénes son los responsables de la educación de nuestros hijos? Obviamente, son los padres en los hogares que tienen el deber de educar y disciplinar a sus hijos, la responsabilidad no es de nadie más.
Un aspecto importante que hay que enfatizar en este sentido, que influye en detrimento de la educación de los hijos, es que la sociedad moderna impulsa a las personas al pluriempleo y, en consecuencia, los padres carecen de tiempo para velar por la educación de sus hijos, así como para sentarse con ellos a discutir cualquier tema o para resolver algún conflicto familiar. Por consiguiente, los hijos carecen de lo más esencial: del afecto y la presencia paterna.
Si por casualidad eres de los padres que solo aporta las cosas materiales a tus hijos, entonces eres un padre anónimo.
Ahora bien, ¿qué es fundamental en la educación de nuestros hijos? Es ineludible inculcarles desde pequeños los valores morales para que sean hombres y mujeres íntegros en la sociedad. Además guiarlos por el camino de la espiritualidad a temprana edad.
Los padres modernos deben afanarse en amar a sus hijos, darles cariño y respetarlos para que, en efecto, ellos se sientan amados y se desarrollen en un espacio saludable y propicio, sin influencias extrínsecas.
En síntesis, pienso que nuestros hijos merecen una educación sin violencia, cimentada en el amor, el respeto y la tolerancia. La educación, en sentido general, es la única y la más valiosa herencia que los padres pueden dejar a sus hijos.


El futuro incierto del libro

El vertiginoso impulso tecnológico se ha convertido en una amenaza para la sobrevivencia de los medios impresos, específicamente para las publicaciones de libros y textos escolares.
La tecnología ha revolucionado notablemente los medios de comunicación y las telecomunicaciones, incidiendo con mayor rigor en la telefonía móvil. También ha generado cambios impactantes en los aparatos electrónicos como computadoras, televisores, PDA, Kindle, iPad y reproductores de videos.
Ante estos cambios apresurados de la tecnología de la información (TI) que estamos experimentado, surge una interrogante: ¿cuál será el futuro del libro impreso?
El libro impreso confronta un grave desafío ante los medios electrónicos y de comunicación. Son numerosas las razones que podrían poner en peligro la presencia del libro en el mercado editorial.
Algunos impresores de libros apuestan que las publicaciones impresas son más competitivas que las de libros electrónicos (e-book). También sostienen que al libro impreso le queda un largo tiempo de existencia en el comercio.
En este momento resulta casi un lujo imprimir un libro en una casa editora, a causa de los costosos insumos que conlleva una publicación. Sin embargo, es irrebatible el hecho de que las editoras dedican menor esfuerzo en publicar un libro electrónico o digital que un libro impreso y, en definitiva, es menos costoso.
Numerosas editoras poseen proyectos paralelos. Producen libros en formato digital (e-book) y son vendidos al público a través de portales en internet. También continúan las ediciones de libros impresos, estos últimos dependiendo de los requerimientos del mercado.
No obstante, conocemos los desafíos que ahora enfrenta el libro impreso en comparación con el e-book.
Un reto terminante lo representa el problema global de la preservación del medio ambiente. La conservación de la foresta se ve diezmada por la producción de la materia prima del libro, o sea, la fabricación de papel.
Otro factor sobresaliente consiste en los espacios físicos que debemos dedicar a cada libro, ya sea en la casa u oficina. Exige conservarlo en espacio seco y que no absorba polvo, para mantener el libro en buen estado.
     Contrariamente ocurre con el e-book, puede acopiarse en cualquier dispositivo electrónico de                      almacenamiento de datos y podemos colocarlos en cualquier área, ya sea en la casa o la oficina.
Los libros impresos son objeto a corroerse en el tiempo, por la inclemencia del ambiente que ayuda a arruinar su preservación. Casi siempre son objeto de atracción de polillas y otras clases de alimañas que van carcomiendo las páginas hasta dañar el material.
Una razón más, y no menos importante, es la demora en corregir las ediciones impresas. En las publicaciones impresas hay que tardar un lapso de tiempo o esperar que la edición se agote para realizar cambios sustanciales o enmendar el contenido, mientras que en los textos digitales sucede lo inverso, el contenido se va corrigiendo espontáneamente, sin causar aplazamiento.
Un aspecto casi invisible en contra del libro impreso lo instituye la generación de lectores que está floreciendo, formada por jóvenes que se han desarrollado en la época digital. Esta juventud es aficionada, casi enfermiza a los medios digitales como los computadores personales, laptop, ipad; a la telefonía móvil, con aparatos móviles inteligentes, a los iphones, de tercera y cuarta generación. Esta clase de persona sigue con exactitud los avances y cambios tecnológicos.
Si eventualmente el libro impreso desapareciera del mercado, desencadenaría una serie de eventos desafortunados que serían catastróficos para la economía, la cultura y la sociedad. Por ejemplo, desaparecerían las librerías, kioscos y puestos de ventas de libros; las casas editoras se reducirían significativamente. Las impresoras destinadas a la labor de impresión de libros quedarían aniquiladas.
Si fortuitamente esto llegase ocurrir, los lectores voraces extrañarían las fascinantes ferias de libros que se celebran cada año en los países, consagradas como un esplendente homenaje al libro, a los escritores y a la propia cultura.
El libro impreso ha sobrevivido por siglo y algunos editores sostienen que seguirá conservando su merecido espacio en el mercado editorial, y podrá coexistir exitosamente con el formato digital por un tiempo considerable.


domingo, 5 de abril de 2015

Yo me quedo en Semana Santa

Esta Semana Santa echaré hacia un lado la tradición mundana, me cohibiré de visitar playas y demás placeres, porque en verdad pienso que la Semana Mayor es para la reflexión, el perdón y el comedimiento
Me iré de retiro a la montaña a disfrutar de la benevolencia de  la madre naturaleza. Allí contemplaré la belleza del Divino Creador y caminaré por el bosque y reiré como un loco hasta colmar mi alma de alegría.
Entre el medio de la soledad, meditaré en silencio sobre las palabras  del Señor. Albergaré amor en mi corazón porque sé que la vida es corta para darle refugio al odio.
Leeré la Biblia, sobre todo el libro del Predicador Eclesiastés, para ver cómo me despojo de mi  vanidad y reconocer que las cosas materiales no me pertenecen porque algún día dejaré todo y me iré de este mundo tal como llegué, con las manos vacías. Porque todo es vanidad.
Además visitaré la iglesia del barrio y me congregaré con los feligreses. Oiré el tradicional Sermón de las 7 Palabras y ese día concentraré mi atención a las plegarias del cura.
También repasaré los versículos del Rey Salomón para determinar si con su  sabiduría aprendo a discernir entre lo bueno y lo malo, y cómo vivir en este mundo abrumado por la violencia y la intolerancia social.
Si el tiempo lo permite, igualmente releeré los relatos del Rey David para que su justicia y equidad toquen mi alma y me permitan  alejarme de las manifestaciones profanas.
Asimismo, repasaré la historia del desventurado Job, a quien el Señor puso a prueba, para recordarme que Dios existe y a quien siempre hay que temer.
En definitiva, yo me quedo en Semana Santa para unirme a la feligresía a conmemorar la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Amén.